Aire acondicionado de muchos tipos: unidades de ventana, unidades de pared, sistemas portáties, aparatos de climatización central para toda la vivienda, por conductos, de techo, etc. Hace unos años los aparatos de ventana eran los predominantes en el mercado doméstico.

Ahora lo que manda son los sistemas de split o de pared, que constan de una o más unidades interiores y una unidad exterior donde se encuentra el compresor. Los sistemas de suelo, de conductos o los centrales tienen una mayor complejidad a la hora de instalarlos por lo que su coste es mayor, algo que al final no suele rentar para una vivienda de tamaño medio.

Como mínimo se debe exigir que el aparato de aire acondicionado disponga de termostato ajustable. Al menos dos velocidades de ventilador, ajuste de las rejillas difusoras y una óptima regulación energética, que detenga el ventilador cuando la unidad no esté enfriando. También es importante que los filtros se encuentren en una posición que sea accesible y de fácil manejo para poder quitarlos y así prodecer a su limpieza.

Algunas unidades incorporan un filtro electrostático en lugar de los filtros comunes. Esta es una opción que será muy valorada por las personas que padezcan de alergias.

POTENCIA Y CONSUMO

El EER o Ratio de Eficiencia Energética sirve para medir la eficiencia de una unidad concreta de aire acondicionado. Cuanto mayor sea el número mayor será la eficiencia y menor será el coste de funcionamiento del aparato. Las unidades pequeñas actualmente rondan un EER de 11 mientras que las más eficientes suelen tener un EER de 13. No te preocupes si tu unidad no llega a los valores máximos aqui mostrados, normalmente las más vendida y valoradas se encuentran por debajo.


La capacidad de un sistema de aire acondicionado se mide en BTU/h (British Thermal Units por hora). Un mayor número indica una mayor potencia. Para una habitación de unos 40 metros cuadrados sería suficiente con 5000 BTU/h. Mientras que para una sala de 300 metros cuadrados se necesitarían unos 19.000 BTU/h, un valor realmente elevado.

Sin embargo, el tamaño de la habitación no es el único factor que contribuye al cálculo de la capacidad. Hay otros elementos que tambien hay que tener en cuenta y que son importantes:
– El número y tamaño de las ventanas
– La orientación de la sala a refrigerar
– La cantidad de luz que entra en la habitación
– El nivel de aislamiento con respecto al frío o al calor
– Cuanta gente utiliza la sala habitualmente
– El número de ordenadores o aparatos eléctricos

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